RESEÑA HISTÓRICA
EL TRIGO: HISTORIA DE UN INMIGRANTE QUE SE INTEGRÓ A LA IDENTIDAD CHILENA
El trigo es un cultivo originario de Europa y fue traído a América por los conquistadores. Se adaptó muy bien a la condición de clima mediterráneo que posee la zona central de Chile, logrando elevados rendimientos que incluso triplicaron la de otros países del continente, transformando al país en un productor exportador durante 300 años.
Esos tres siglos de producción de trigo cultivaron una estrecha relación con la cultura nacional, que llevó al desarrollo de artesanías y productos de esta fibra vegetal. De esta forma se creó la chupalla, el sombrero del huaso de la zona central, ícono de la identidad chilena, que está elaborada con paja de trigo trenzada.
Historia del Trigo
Existen registros de producción de trigo en el Valle del Itata que datan de inicios del siglo XVII. A fines de ese siglo, la zona central del país incrementó su superficie triguera para abastecer la demanda del Virreinato de Lima, cuya producción fue devastada por el terremoto de 1687 y un ataque de hongos tipo polvillos. Ello dio un gran impulso a la actividad comercial exportadora.
Durante la República las siembras de trigo se incrementaron en respuesta a los requerimientos de los mercados de California (1849-53) y Australia (1854-56 y 1864-66) donde la “fiebre del oro” estaba en pleno apogeo.
La hacienda San Agustín de Puñual en Ninhue, construida en 1780, es un claro ejemplo del apogeo triguero durante este periodo. Sus dueños fueron los abuelos del héroe nacional Arturo Prat Chacón, quien nació en esta hacienda.
Los registros indican que en 1938 se cultivaban más de cien variedades de trigo en todo el país como: Flourence, Chaucho, Vilmorin 23, Oregon, Linaza, Chufquén, Milquinientos entre otras.
Como consecuencia de la revolución verde en la década del 60, el país desarrolló programas de fitomejoramiento orientados a reducir la altura del trigo para lograr una mayor producción de grano. Como consecuencia de ello, las variedades locales comenzaron a ser desplazadas por las variedades modernas.
En Ninhue y otras comunas aledañas como Quirihue, Trehuaco, Portezuelo y San Nicolás, se mantienen variedades de trigo especiales para elaborar las trenzas de paja. Estas variedades son de bajo rendimiento desde el punto de vista industrial (producción masiva de granos para alimentación), siendo bastante rústicas, con mínimos requerimientos de fertilización.
Entre las variedades locales de trigo especiales para la elaboración de cuelchas, los agricultores destacan: Oregón, Colorado, Milquinientos, Carrera, Italiano, Milufen, Furfuya y Cebolla.
En general, las variedades de trigo locales “no modernas”, utilizadas para trenzar paja de trigo, no consideran relevante el rendimiento en la producción de granos, por el contrario, busca que la paja tenga un largo y diámetro apropiado para la creación de artesanías como la chupalla.
La chupalla
En 1970, Baltazar Hernández, señala que en Quirihue y principalmente en Ninhue, se trabaja la chupalla de copa redonda o en forma de cono truncado horizontalmente, la chupalla campana para la mujer, sombreros de ala corta y finos sombreros de huaso con cintas y cordones tricolores. Productos que, según Hernández, inundan el mercado de Chillán en la temporada veraniega. En esta época también abundan los canastos y bolsos hechos de cuelcha.
La palabra chupalla es de origen quechua y alude a la “achupalla”, una planta bromeliácea de cuyas hojas se sacaban tirillas que se tejían para confeccionar sombreros.
En el siglo XIX los sombreros de paja eran de uso generalizado, observándose incluso diferencias sociales entre el huaso, quien hasta el día de hoy, usa un sombrero con claros elementos españoles, de copa baja y ala ancha similar al del estanciero castellano y andaluz (cordobés), mientras que el campesino utilizaba un bonete de ala corta, denominado Bonete Maulino, muy bien ilustrados en los grabados de la época de J.M. Rugendas (1802-1858) y Claudio Gay (1800-1873).
Las colchanderas y chupalleros del Valle del Itata
En el valle del Itata, a principios del siglo XX las cuelchas (las trenzas de pajas de trigo) y chupallas eran completamente confeccionadas a mano por mujeres de la zona con diversas técnicas.
Sin embargo, la introducción de tecnología generaría un cambio. A mediados del siglo XX se introdujo al país las máquinas de coser marca Grossman, modelo Anita, importadas desde Alemania.
Estás fueron adquiridas en gran número por artesanos chupalleros de la localidad de Ninhue, logrando incrementar drásticamente la producción de chupallas.
Desde ese momento la confección y comercialización de la chupalla se convirtió en una labor eminentemente masculina y la máquina pasó a ser una pieza fundamental del artesano que caracteriza hasta nuestros días el tipo de costura de las “Chupallas de Ninhue”.
En la década de 1980 los chupalleros de Ninhue comienzan a especializarse en las chupallas hechas con cuelcha fina de 4 pajas que es la más reconocida y vendida hasta el día de hoy.
Esta cuelcha fina requiere de pajas de trigo de pequeño calibre, la cual se logra en zonas de suelos pobres, con baja fertilidad y capacidad de retención de agua, característicos de la Cordillera de la Costa donde están insertas las comunas que realizan este oficio.